Cuando hablamos de aislamiento térmico en edificaciones, a menudo pensamos en mantener nuestros espacios cálidos en invierno y frescos en verano. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo funciona exactamente el aislamiento a nivel científico? En Provaiser nos hemos puesto la bata blanca para explorar los principios físicos detrás del aislamiento térmico y cómo estos principios se aplican para mejorar la eficiencia energética de nuestros hogares y edificios. Adentrémonos en la ciencia detrás del aislamiento térmico.
Comprender cómo funciona el aislamiento térmico requiere una comprensión básica de la transferencia de calor. El calor es una forma de energía que se mueve de un entorno más cálido a uno más frío. Existen tres modos fundamentales de transferencia de calor: conducción, convección y radiación. Cada uno de estos juega un papel clave en cómo se calienta o enfría un edificio.
La conducción es el proceso de transferencia de calor a través de un material. Esto sucede a nivel molecular cuando las partículas más cálidas (con mayor energía cinética) chocan con las partículas más frías (con menor energía cinética), transfiriendo parte de su energía en el proceso. Por ejemplo, si tocas una cuchara que ha estado en una olla de sopa caliente, sentirás calor en tu mano. Eso es conducción: el calor se transfiere desde la cuchara caliente a tu mano más fría.
La convección ocurre en líquidos y gases y es el proceso de transferencia de calor mediante el movimiento del fluido. El aire caliente, siendo menos denso, se eleva, y el aire frío, más denso, se hunde. Este movimiento crea lo que conocemos como corrientes de convección. Por ejemplo, cuando calientas agua en una olla, el agua en el fondo se calienta primero y sube, mientras que el agua más fría baja. Este ciclo continúa, creando corrientes de convección que calientan toda el agua.
La radiación es la transferencia de calor en forma de ondas electromagnéticas. A diferencia de la conducción y la convección, la radiación no requiere un medio (como aire o agua) para viajar. El calor del sol llegando a la Tierra es un ejemplo de transferencia de calor por radiación. El mejor ejemplo para entender es el que tiene que ver con el momento en el que, si te paras cerca de una estufa caliente, puedes sentir el calor sin tocarla directamente. Eso es radiación.
El objetivo del aislamiento térmico es minimizar la transferencia de calor entre el interior y el exterior de un edificio. Los materiales aislantes funcionan reduciendo la conducción y, en menor medida, la convección y la radiación.
Entender la ciencia detrás del aislamiento nos ayuda a apreciar cómo una simple intervención en nuestras casas o edificios puede tener un impacto significativo en nuestra comodidad y en nuestras facturas de energía. Al elegir los materiales adecuados y asegurarnos de que estén correctamente instalados, podemos optimizar la eficiencia de nuestro aislamiento térmico y hacer un aporte significativo tanto a nuestro bienestar como al medio ambiente.
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